La crema facial es el paso esencial de cualquier rutina de cuidado de la piel, pero no todas las pieles tienen las mismas necesidades.

Si tu piel es seca o se siente tirante, lo mejor es elegir una crema rica en ingredientes hidratantes como el ácido hialurónico, que ayuda a retener la humedad y devolver la elasticidad.

En cambio, si tienes la piel grasa o mixta, lo ideal son texturas ligeras en gel o emulsión, con activos como la niacinamida o el aloe vera, que hidratan sin dejar sensación pesada ni brillos.

Las pieles sensibles necesitan fórmulas suaves y calmantes, con ingredientes como la caléndula, la avena o la centella asiática, que alivian rojeces y fortalecen la barrera cutánea.

Si lo que te preocupa son los signos de la edad, una crema con péptidos, colágeno o retinol puede ayudarte a mejorar la firmeza y a suavizar líneas de expresión.

Y para quienes buscan luminosidad y un tono más uniforme, las cremas con vitamina C o antioxidantes naturales son perfectas para revitalizar y proteger la piel frente a los efectos del entorno.